martes, 31 de enero de 2012

La transición demográfica en América del Sur: del bono demográfico al envejecimiento

Por Mario Bazán


Suramérica pasará de 399 millones a 520 millones de habitantes entre 2010 y 2050. Mientras que los menores de 15 años pasarán de ser 27 por ciento de la población a 17 por ciento, los mayores de 65 años pasarán de representar 7 por ciento a 20 por ciento de la población de la región entre estos años.

Suramérica aumentará su población en 120 millones de personas en los próximos 40 años.(1)Este crecimiento demográfico estimado tendrá implicancias en la estructura etaria de la población, el cual deberá ser considerado en el planeamiento y diseño de las políticas públicas de largo plazo. Los principales cambios esperados son: reducción de la tasa de nacimientos, el bono demográfico (predominio de personas en edad de trabajar—entre 15 y 65 años de edad), el envejecimiento de la población y la mayor urbanización.

Estas tendencias de largo plazo anticipan un cambio significativo al estatus quo. Entre 1970 y 2010, la población regional creció en cerca de 200 millones de personas—de 191 a 393 millones. Este crecimiento ha creado una estructura demográfica en Suramérica conocida como el bono demográfico: por varios años, las personas en edad de trabajar predominarán como porcentaje de la población total, acompañado de una caída en la tasa de dependencia demográfica—el número de personas menores de 15 años y mayores a 65 años en relación a la población en edad de trabajar.

Actualmente, la tasa de dependencia demográfica está reduciéndose y se estima que continuará su caída hasta el año 2025, cuando se espera que llegue a su límite y reinicie su crecimiento (ver la figura 1). Según la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPALC), en 1970 habían 8.3 personas dependientes por cada 10 personas en edad de trabajar, comparado con los 5.1 dependientes estimados en el año 2010. La CEPAL espera que el 2025 sea el año de menor dependencia demográfica y el de mayor capacidad productiva, con 4.7 dependientes por cada 10 personas en edad de trabajar. Para el 2050, se espera que la tasa de dependencia regrese a los niveles del 2000, alrededor de 5.7 por cada 10 personas, explicado principalmente por un aumento del envejecimiento de la población. Estos cambios demográficos implican que la ventana de oportunidad de 50 años, entre 2000 y 2050, representan un aumento de la capacidad productiva para acumular recursos, transformas sus instituciones y acelerar el crecimiento económico.


FIGURA 1.Población por edad y tasa de dependencia en Suramérica (1970-2050)


Una de las principales diferencias entre los últimos 40 años y los próximos 40 es el cambio entre una población predominantemente joven hacia una población con mayor porcentaje de adultos mayores. Durante las últimos cuatro decenios se ha visto un crecimiento acelerado de la población y, consecuentemente, un número mayor de personas menores de 15 años. Entre 1970 y 2010, el número de personas en este grupo de edad pasó de 79 millones a 107 millones, lo cual representa 41 y 27 por ciento de la población total, respectivamente. Sin embargo, se estima que el número de personas menores de 15 años se reducirá a 97 millones para el año 2025 (20 por ciento del total de la población) y continuará reduciéndose para el año 2050, cuando se estima que alcanzará los 86 millones, equivalente al 17 por ciento de la población total. De manera inversa, en los últimos 40 años la población mayor a 65 años aumentó de 7 millones en 1970 hasta 27 millones en 2010, pasando de 4 a 7 por ciento de la población total, y se estima que seguirá creciendo hasta 50 millones en 2025 y 103 millones para el año 2050, representando 10 y 20 por ciento del total de la población de la región, respectivamente.

El crecimiento poblacional de los próximos cuatro decenios se concentrará principalmente en las áreas urbanas, tal y como ocurrió en los últimos cuatro. Esto no significará una reducción significativa de las personas en áreas rurales, sólo un peso relativamente menor con respecto a la población total. La población urbana se ha triplicado entre 1970 y 2010, pasando de 112 millones hasta llegar a 332 millones, y se espera que alcance los 398 millones para el año 2025. Para el año 2050 la población urbana crecerá hasta alcanzar los 457 millones de personas, equivalente al 87 por ciento de la población total de la región. En contraste, el tamaño relativo de la población rural se redujo dramáticamente entre 1970 y 2010, pasando de 80 millones, equivalente a 41 por ciento de la población total, a 68 millones de personas, equivalente a 18 por ciento de la población total. Se espera que en los próximos años esta tendencia se mantenga: la población rural se reducirá a 65 millones para el año 2025, y se mantendrá en esos niveles hasta el año 2050. Sin embargo, su tamaño relativo al total de la población seguirá reduciéndose de 14 por ciento a 12 por ciento, respectivamente.

Estos cambios demográficos requieren cambios en las políticas sociales, económicas y de planificación urbana. Algunas medidas que pueden considerar los diseñadores de política son: 
  •  Estas transformaciones que se esperan que vivirá la región también requerirá que desde ahora se empiece a pensar y  reinterpretar desde la región los conceptos de crecimiento económico, desarrollo, sostenibilidad, interculturalidad, bienestar, responsabilidad social, propiedad, frontera, entre otros, que son la base para el diseño de opciones estratégicas de largo plazo para cada uno de los países de la región.
  • La reducción de la población joven requiere cambios en las políticas de salud y educación. Las estrategias actuales de aumento de la cobertura de los servicios de educación y atención en salud infantil irá reduciéndose, para concentrarse en el mejoramiento de la calidad antes que mayor cobertura.
  • El envejecimiento de la población requerirá un cambio en la política social hacia una mayor protección del adulto mayor. La región solo será capaz de atender las demandas futuras de bienestar social si aprovecha las oportunidades actuales y ahorra para el futuro. Si la región pierde la oportunidad de generar excedentes, la calidad de vida obtenida durante el bono demográfico se ira perdiendo en el tiempo.
  • El crecimiento poblacional pondrá mayor presión sobre las áreas rurales. El crecimiento continuo de las grandes ciudades, la consolidación de las ciudades intermedias, y el surgimiento de nuevas ciudades representan un riesgo para las áreas rurales. Sin embargo, crecimiento urbano también ofrece oportunidades: aumento de la demanda por alimentos, así como de áreas de recreación y turismo, que pueden contribuir a revalorar los bienes y servicios agrícolas, ambientales y ecológicos de las áreas rurales. El desafío de las áreas rurales será mantener sus ecosistemas, la agro biodiversidad, la calidad del suelo, y las fuentes de agua, mientras que simultáneamente se intenta mejorar la calidad de vida en estas zonas.
  • El crecimiento urbano acelerado en las principales ciudades, especialmente en las megalópolis de la región, implicará mayores niveles de violencia y criminalidad, escases de servicios básicos como energía, agua, infraestructura y vivienda, y más producción de desperdicios y contaminación. Para enfrentar a estos desafíos es necesaria una mayor planificación sobre el crecimiento de las ciudades y ordenamiento sobre la generación de ciudades intermedias que reste la presión sobre las áreas urbanas existentes.


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