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martes, 31 de enero de 2012

Desafíos para la reforma integral de la educación en Suramérica

Por Gonzalo Alcalde

La reforma integral de la educación es indispensable pero no podrá lograrse sin especial atención a la descentralización educativa y a los debates políticos nacionales.

Los países de Suramérica siguen desempeñándose deficientemente en la educación primaria y secundaria, muy por debajo de lo esperado según su nivel de ingresos. Esta es una deficiencia crítica en la medida en que la educación de calidad es el elemento más importante para reducir de manera sostenible la desigualdad y la pobreza, así como para garantizar la competitividad. Todos los países de la región que participaron en el programa más reciente para el estudio de la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay) se desempeñaron consistentemente muy por debajo de la media de la OCDE en las categorías de lectura, matemáticas y ciencia (ver Tabla 1). Por el contrario, Corea del Sur, uno de los países de más bajos ingresos de la OCDE, encabezó el ranking del estudio.

TABLA 1. Desempeño de los países de Suramérica en el estudio PISA 2009

Fuente: OCDE, PISA 2009 Database (disponible desde diciembre 2010)


De acuerdo con un análisis de 2010 de la OCDE de estos últimos resultados, los sistemas escolares exitosos proporcionan a los alumnos, independientemente de su situación socio-económica, las mismas oportunidades de aprender. Los estudiantes de la región aún están lejos de esta situación. Si bien el acceso a la educación básica y la matrícula en la misma se han ampliado indudablemente (la matrícula en la educación secundaria aumentó del 57 por ciento al 91 por ciento entre 1999 y 2006), los sistemas educativos suramericanos aún enfrentan desafíos significativos en la calidad, equidad y eficiencia; la educación que reciben los pobres dificulta la movilidad social.

Sin embargo, desde los años noventa, las reformas emprendidas en Suramérica han intentado ostensiblemente de mejorar no sólo el acceso, sino también la calidad. El Banco Mundial y el BID influyeron notablemente en las reformas realizadas y recomendadas en la región en este período, políticas que los países entendieron como las reformas institucionales que necesariamente debían seguir a los programas de ajuste estructural. Estas soluciones hacían hincapié en la reducción del papel del Estado, la descentralización, la autonomía de la escuela (a veces incluyendo la privatización), los nuevos estándares para la evaluación y las medidas para mejorar la calidad de los profesores. Estas reformas no se aplicaron plenamente y se enfrentaron con desafíos importantes, incluyendo, en primer lugar, la escasez de recursos financieros en una época de crecimiento económico limitado. También se enfrentaron a la oposición política significativa de actores clave, tales como los sindicatos de maestros nacionales.

En los últimos años, las directrices para la reforma se han centrado no sólo en el cambio de la estructura de los sistemas educativos y la mejora de los recursos financieros y humanos, sino también cada vez más en los procesos de aprendizaje real en el nivel de la escuela. Esto involucra a los contenidos educativos y las formas en que los maestros y funcionarios escolares realizar sus funciones. Más aún, hay un nuevo consenso en relación con la restauración y ampliación de las responsabilidades del Estado a fin de lograr todos estos cambios.(13) Objetivos anteriores como la descentralización, la autonomía escolar, la formación del profesorado, y una cobertura más amplia aún requieren de atención significativa.

Por lo tanto, se está requiriendo un enfoque más complejo, integrado y global de la reforma, con un fuerte liderazgo del Estado en una época en que los recursos son más abundantes y representan una ventana de oportunidad. En la planificación de las reformas, es esencial que los responsables políticos tengan en cuenta el cambio demográfico previsto que reducirá la población en edad escolar como un porcentaje de la población total. Las reformas en las últimas dos décadas, al mismo tiempo, sugieren que hay al menos otros dos factores importantes que determinarán la capacidad de los países para emprender tales cambios integrales.

La descentralización ha avanzado en algunos países, especialmente Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Perú, mientras que en otros no ha habido ningún cambio significativo. Una crítica constante de estos procesos (y más evidente en Argentina y Perú) es que nuevos recursos y capacidades no han acompañado a esta nueva autonomía. Este problema limita las posibilidades de mejora de la calidad en los próximos años. Al mismo tiempo, es probable que a los gobiernos centrales de estos países les resulta más difícil la reforma sistemática de los aspectos estructurales, financieros y de procedimiento de la educación debido a la compleja labor de coordinación necesaria frente a los niveles subnacionales de escuelas públicas y autónomas.

En segundo lugar, se debe entender que las reformas integrales de los sectores sociales son un tema de debate político nacional. Desde finales de los noventa, la literatura sobre políticas (por ejemplo, Grindle, 2004).(14) ha considerado generalmente a los sindicatos de profesores, que todavía tienen fuerza en muchos países, y a otros grupos interesados ​​como "obstáculos" que los reformistas tecnocráticos deben superar. En la práctica, muchas de las reformas del sector social en la región han intentado eludir el debate político nacional. El nuevo consenso sobre los desafíos educativos, sin embargo, sugiere que los cambios necesarios son tan amplios que sólo pueden darse en un contexto de diálogo democrático y de inclusión, involucrando a todos los actores interesados pertinentes​​. Por lo tanto, los países con fuertes instituciones y prácticas democráticas tendrán una posición ventajosa para la aplicación de reformas políticamente viables.

Estas dos áreas presentan retos para la cooperación internacional en la educación. En el caso de la descentralización, el carácter incompleto de las reformas y la agenda pendiente sugieren que será preferible en un futuro próximo ofrecer paquetes de cooperación que promuevan la coordinación y colaboración entre los diferentes niveles de gobierno, en lugar de ofrecer la cooperación de forma individual a los actores dentro de un heterogéneo conjunto de gobiernos subnacionales. Por otro lado, para asegurar la viabilidad política de las reformas, es importante empezar a considerar los roles de actores que son frecuentemente ignorados, como los sindicatos de docentes, en la formulación y ejecución de programas de cooperación existentes, incluidos los programas en áreas tan prioritarias como la inclusión de los grupos marginados, los procesos de aprendizaje y la transferencia de tecnología.


[13] Rosalía Cortés and Claudia Giacometti, “Políticas de educación y su impacto sobre la superación de la pobreza infantil”. CEPAL, División de Desarrollo Social: Santiago de Chile, January 2010
[14] Grindle, M. (2004), Despite the Odds: The Contentious Politics of Education Reform. Princeton University Press.


Tendencias de la salud en Suramérica: los cambios se aceleran

Por Fernando Prada

El perfil epidemiológico de los países de Suramérica está sufriendo cambios importantes que pondrán presión sobre los sistemas de salud existentes. Planificar para lo que viene es la estrategia correcta.

Cada cuatro años, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) publica el informe "La salud en las Américas", en el cual presenta las tendencias regionales en salud. La última edición,(9) publicada en 2007 con datos hasta el 2004, concluyó que: "la reducción del crecimiento de la población, el aumento de la esperanza de vida, y la reducción de muertes por enfermedades transmisibles y perinatales se encuentran entre los principales avances en materia de salud en la región [América Latina]."Sin embargo, las perspectivas de futuro eran causa de alarma:"el perfil epidemiológico ha experimentado grandes cambios (...) y en los próximos 10 años, las muertes por enfermedades crónicas aumentarán un 17 por ciento y las muertes por diabetes aumentarán en más del 80 por ciento. [Esto] es atribuible al envejecimiento de la población, así como al comportamiento poco saludable y la selecciones de los individuos (...) relacionadas con mala nutrición, sobrepeso y abuso del tabaco y alcohol." Este artículo argumenta que estas tendencias se están acelerando, y para reducir el impacto de los cambios del perfil epidemiológico en la región, se requieren medidas urgentes de política en los próximos cinco años.

La tasa media de mortalidad se redujo en la mayoría de los países de América del Sur desde 1995 hasta 2008 (figura 1). La tasa de mortalidad en 1995 fue de 6.9 ​​muertes por cada mil habitantes y 6.1 en 2008. La tendencia a la baja es aún más pronunciada en el caso de la mortalidad infantil, que pasó de 43.3 por cada mil nacidos vivos en 1995 a 25.7 en 2010. Sin embargo, estas mejoras no son uniformes entre todos los países. Perú, Chile y Argentina han sufrido las reducciones más pronunciadas, mientras que la tasa de mortalidad en Venezuela, por el contrario, se incrementó debido a un mayor número de homicidios. En el caso de la mortalidad infantil, Ecuador y Perú redujeron a la mitad la tasa de mortalidad de niños menores de 5 años durante un período de 15 años: pero a pesar de este progreso, sus tasas en el 2010 todavía estaban lejos de las de Chile y Uruguay (Perú = 30.6; Ecuador = 23.7, Chile= 8.3  y Uruguay=14.6).
 
FIGURA 1.Tasa de mortalidad general (1995-2008) y de menores de cinco años (1995-2010)
 

El cambio en el perfil epidemiológico tiene dos causas: primero, la reducción de la mortalidad por enfermedades transmisibles, tales como infecciones intestinales, tuberculosis y de transmisión madre-hijo; y segundo, el aumento de enfermedades crónicas como diabetes mellitus, tumores malignos y cardiovasculares (ver figura 2). Estas dos causas, sumadas a la mejora en la esperanza de vida y el descenso de la mortalidad, configuran un escenario que se asemeja a una transición experimentada en los países desarrollados. Por tanto, los países de Suramérica deben prepararse para hacer la transición de un perfil de la epidemiología de las enfermedades transmisibles hacia una de las enfermedades crónicas, envejecimiento de la población y los tratamientos más complejos y costosos.

FIGURA 2. Tasas de mortalidad: enfermedades infecto-intestinales y diabetes mellitus (1997-2008)


La disponibilidad de tratamientos baratos y las mejoras en saneamiento básico y sistemas de salud han contribuido a reducir la incidencia y muerte por enfermedades transmisibles.(10) Como los hogares cubren una parte creciente de sus gastos de salud, el aumento en el ingreso per cápita también ha tenido un efecto positivo.(11) Sin embargo, para hacer frente a este nuevo perfil epidemiológico requiere reformas de largo plazo, tales como la promoción de estilos de vida saludables, la prevención para evitar el desarrollo de enfermedades crónicas y tratamientos costo-efectivos para reducir la presión sobre el presupuesto público y de los hogares. Países como China e India están también experimentando esta transición, y su respuesta ha sido promover el diseño y adaptación de tecnologías médicas para brindar atención a bajo costo.(12)

Durante los próximos cinco años, la incidencia de las enfermedades complejas tenderá a aumentar. Pero a medida que los sistemas de salud se reformen para hacer frente a este nuevo perfil epidemiológico, la mortalidad de estas enfermedades debe caer, como es el caso de Argentina y Chile en el tratamiento de la diabetes mellitus (figura 2). En general, los costos para los sistemas de salud y los hogares van a aumentar pues las enfermedades crónicas requieren tratamientos largos y costosos medicamentos. Los seguros y planes de cobertura privados sólo cubren una pequeña parte de la población, por lo que los sistemas públicos van a tener que compensar estas deficiencias para evitar un alto costo en vidas humanas.Los actores de la cooperación internacional han desempeñado un papel central en el fomento de políticas de salud centradas en la reducción de enfermedades transmisibles, por ejemplo en el caso de los Objetivos del Milenio). A la vez, han otorgado financiamiento para proyectos de salud costo-efectivos, en particular en comunidades vulnerables. La mayoría de los países de América del Sur tienen ahora la capacidad y el conocimiento para movilizar recursos para hacer frente a este desafío. Por lo tanto, el papel de actores de la cooperación debe girar en la sensibilización sobre este nuevo perfil epidemiológico y la búsqueda de soluciones costo-efectiva para hacer frente a estos nuevos desafíos.


Fuente: Organización Panamericana de la Salud (OPS) http://ais.paho.org/phip/viz/mfr_indicatorserietable.asp



[9] PAHO (2007), “Health in the Americas 2007”, Scientific and technical publication No. 622, Washington D.C.: PAHO.
[10] Los datos sobre incidencia de enfermedades transmisibles comunes son escasos por limitaciones al reportar los casos.
[11] No existen datos consolidados sobre el gasto de hogares en tratamientos de salud. Una buena aproximación es el ratio público/ privado del gasto: mientras el sector privado gastó 2.6 por ciento del PBI en el 2008, el sector privado gastó 2.0 por ciento (OPS).
[12] “Frugal healing: Inexpensive Asian innovation will transform the market for medical devices”, The Economist  Ene. 20, 2011.

La transición demográfica en América del Sur: del bono demográfico al envejecimiento

Por Mario Bazán

Suramérica pasará de 399 millones a 520 millones de habitantes entre 2010 y 2050. Mientras que los menores de 15 años pasarán de ser 27 por ciento de la población a 17 por ciento, los mayores de 65 años pasarán de representar 7 por ciento a 20 por ciento de la población de la región entre estos años.

Suramérica aumentará su población en 120 millones de personas en los próximos 40 años.(1)Este crecimiento demográfico estimado tendrá implicancias en la estructura etaria de la población, el cual deberá ser considerado en el planeamiento y diseño de las políticas públicas de largo plazo. Los principales cambios esperados son: reducción de la tasa de nacimientos, el bono demográfico (predominio de personas en edad de trabajar—entre 15 y 65 años de edad), el envejecimiento de la población y la mayor urbanización.

Estas tendencias de largo plazo anticipan un cambio significativo al estatus quo. Entre 1970 y 2010, la población regional creció en cerca de 200 millones de personas—de 191 a 393 millones. Este crecimiento ha creado una estructura demográfica en Suramérica conocida como el bono demográfico: por varios años, las personas en edad de trabajar predominarán como porcentaje de la población total, acompañado de una caída en la tasa de dependencia demográfica—el número de personas menores de 15 años y mayores a 65 años en relación a la población en edad de trabajar.

Actualmente, la tasa de dependencia demográfica está reduciéndose y se estima que continuará su caída hasta el año 2025, cuando se espera que llegue a su límite y reinicie su crecimiento (ver la figura 1). Según la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPALC), en 1970 habían 8.3 personas dependientes por cada 10 personas en edad de trabajar, comparado con los 5.1 dependientes estimados en el año 2010. La CEPAL espera que el 2025 sea el año de menor dependencia demográfica y el de mayor capacidad productiva, con 4.7 dependientes por cada 10 personas en edad de trabajar. Para el 2050, se espera que la tasa de dependencia regrese a los niveles del 2000, alrededor de 5.7 por cada 10 personas, explicado principalmente por un aumento del envejecimiento de la población. Estos cambios demográficos implican que la ventana de oportunidad de 50 años, entre 2000 y 2050, representan un aumento de la capacidad productiva para acumular recursos, transformas sus instituciones y acelerar el crecimiento económico.


FIGURA 1.Población por edad y tasa de dependencia en Suramérica (1970-2050)


Una de las principales diferencias entre los últimos 40 años y los próximos 40 es el cambio entre una población predominantemente joven hacia una población con mayor porcentaje de adultos mayores. Durante las últimos cuatro decenios se ha visto un crecimiento acelerado de la población y, consecuentemente, un número mayor de personas menores de 15 años. Entre 1970 y 2010, el número de personas en este grupo de edad pasó de 79 millones a 107 millones, lo cual representa 41 y 27 por ciento de la población total, respectivamente. Sin embargo, se estima que el número de personas menores de 15 años se reducirá a 97 millones para el año 2025 (20 por ciento del total de la población) y continuará reduciéndose para el año 2050, cuando se estima que alcanzará los 86 millones, equivalente al 17 por ciento de la población total. De manera inversa, en los últimos 40 años la población mayor a 65 años aumentó de 7 millones en 1970 hasta 27 millones en 2010, pasando de 4 a 7 por ciento de la población total, y se estima que seguirá creciendo hasta 50 millones en 2025 y 103 millones para el año 2050, representando 10 y 20 por ciento del total de la población de la región, respectivamente.

El crecimiento poblacional de los próximos cuatro decenios se concentrará principalmente en las áreas urbanas, tal y como ocurrió en los últimos cuatro. Esto no significará una reducción significativa de las personas en áreas rurales, sólo un peso relativamente menor con respecto a la población total. La población urbana se ha triplicado entre 1970 y 2010, pasando de 112 millones hasta llegar a 332 millones, y se espera que alcance los 398 millones para el año 2025. Para el año 2050 la población urbana crecerá hasta alcanzar los 457 millones de personas, equivalente al 87 por ciento de la población total de la región. En contraste, el tamaño relativo de la población rural se redujo dramáticamente entre 1970 y 2010, pasando de 80 millones, equivalente a 41 por ciento de la población total, a 68 millones de personas, equivalente a 18 por ciento de la población total. Se espera que en los próximos años esta tendencia se mantenga: la población rural se reducirá a 65 millones para el año 2025, y se mantendrá en esos niveles hasta el año 2050. Sin embargo, su tamaño relativo al total de la población seguirá reduciéndose de 14 por ciento a 12 por ciento, respectivamente.

Estos cambios demográficos requieren cambios en las políticas sociales, económicas y de planificación urbana. Algunas medidas que pueden considerar los diseñadores de política son: 
  •  Estas transformaciones que se esperan que vivirá la región también requerirá que desde ahora se empiece a pensar y  reinterpretar desde la región los conceptos de crecimiento económico, desarrollo, sostenibilidad, interculturalidad, bienestar, responsabilidad social, propiedad, frontera, entre otros, que son la base para el diseño de opciones estratégicas de largo plazo para cada uno de los países de la región.
  • La reducción de la población joven requiere cambios en las políticas de salud y educación. Las estrategias actuales de aumento de la cobertura de los servicios de educación y atención en salud infantil irá reduciéndose, para concentrarse en el mejoramiento de la calidad antes que mayor cobertura.
  • El envejecimiento de la población requerirá un cambio en la política social hacia una mayor protección del adulto mayor. La región solo será capaz de atender las demandas futuras de bienestar social si aprovecha las oportunidades actuales y ahorra para el futuro. Si la región pierde la oportunidad de generar excedentes, la calidad de vida obtenida durante el bono demográfico se ira perdiendo en el tiempo.
  • El crecimiento poblacional pondrá mayor presión sobre las áreas rurales. El crecimiento continuo de las grandes ciudades, la consolidación de las ciudades intermedias, y el surgimiento de nuevas ciudades representan un riesgo para las áreas rurales. Sin embargo, crecimiento urbano también ofrece oportunidades: aumento de la demanda por alimentos, así como de áreas de recreación y turismo, que pueden contribuir a revalorar los bienes y servicios agrícolas, ambientales y ecológicos de las áreas rurales. El desafío de las áreas rurales será mantener sus ecosistemas, la agro biodiversidad, la calidad del suelo, y las fuentes de agua, mientras que simultáneamente se intenta mejorar la calidad de vida en estas zonas.
  • El crecimiento urbano acelerado en las principales ciudades, especialmente en las megalópolis de la región, implicará mayores niveles de violencia y criminalidad, escases de servicios básicos como energía, agua, infraestructura y vivienda, y más producción de desperdicios y contaminación. Para enfrentar a estos desafíos es necesaria una mayor planificación sobre el crecimiento de las ciudades y ordenamiento sobre la generación de ciudades intermedias que reste la presión sobre las áreas urbanas existentes.